TOTA DE CHOCOLATE
La madre sostenía al niño en sus brazos a la salida del metro Universidad de Chile hace muchos años atrás…
Benjamín, un niño entonces de diez meses no comprendía que las circunstancias de la vida le fueran tan ingratas para él y su familia, compartían cada moneda o pan regalado fuera de alguna panadería, así aprendió a compartir con sus semejantes siendo un niño muy inquieto y sonriente siempre.
Viviana a quien el destino le había impedido tener hijos, la puso por esas mismas extrañas circunstancias a cargo de Benjamín, convirtiéndose para ella y su marido en el hijo que jamás podrían tener juntos.
Cada palabra dicha por Benjamín era un triunfo compartido con su madre adoptiva, quien lentamente le enseñó a leer y hablar.
Al llegar su primera navidad como familia se le dijo al niño que vendría el “Viejito Pascuero” al que debía pedir sus regalos, la sorpresa para la familia de Benjamín es que el niño en vez de pedir juguetes, autos o pelota, pidió “TOTA”; Tota, era la palabra con la que el niño identificaba una torta la que veía a diario fuera de la panadería y la que nunca su madre pudo comprar.
La noche de Navidad se vistió de colores y de luces para Benjamín, los adornos, la cena de navidad, y el cansancio lo llevaron a la cama muy temprano.
A la mañana siguiente al despertarse e ir a ver los regalos estaba lleno de felicidad, pero entre el triciclo, la pelota y los autos; al lado del árbol, una gran torta de chocolate. Benjamín dejó a un lado todos los juguetes, abrazando la torta, lleno de felicidad y con los ojos empapados en lágrimas, con un tenedor comenzó por sacar pequeños trozos los que no podía sostener bien, y con la ayuda de sus manos aun se le escurría el tremendo pastel.
Mientras Viviana me cuentas de su hijo, se le iluminan los ojos, es como si lo viera empapado en chocolate junto al árbol de navidad, y siento que sufre de algún modo la ingratitud de su hijo Benjamín de dejarla tan sola.
Hoy día Benjamín ya está muy grande y ha decidido hacer su vida cual hijo ingrato, olvidándose de los cuidados y desvelos de su madre adoptiva a la que no visita, a la que recrimina de vez en cuando por sus excesos de cuidados.Viviana suspira y me pregunta si le envía la “TOTA” de chocolate de regalo para su hijo Benjamín, yo; sólo la miro y le digo que este año debería cambiar de sabor.-
PK2
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